¡ B I E N V E N I D @ S !


viernes, 16 de julio de 2010

La Nación, el Estado, el Bien Común en la Argentina y una mirada Esperanzadora (Compartiendo ideas)

La Nación es fundamentalmente la comunidad de hombres congregados por diversos aspectos, pero, sobre todo, por el vínculo de una misma cultura, reunidos por una idéntica concepción de hombre y de mundo y por una sola escala de valores, que se traducen en actitudes, costumbres e instituciones comunes. Así, los hombres constituyen un pueblo o Nación con su propia identidad (no uniforme sino plural nucleada en valores). El pueblo argentino fue constituido por la integración de los valores de pueblos indígenas e inmigrantes. Valores éstos, cristianos que se impregnaron en la sociedad y sus instituciones.
Se formó, de esta manera, a través de la opción de unos u otros valores una configuración que determinó la Cultura Nacional. Pero como la historia es dinámica, a partir de la irrupción de la ideología liberal entre otros avatares históricos, la escala de valores se fue modificando. Las consecuencias están a la vista. Entre ellas, los signos negativos que delinean una argentina en profunda crisis social, económica, de valores, y educativa. Sumergida en la corrupción, la crisis política e institucional, el flagelo de la droga (tan dañina para las jóvenes generaciones), la falta de empleo, la indigencia y la exclusión.
Estos signos negativos son consecuencia del daño que han sufrido los valores fundamentales de la sociedad y su inminente efecto nefasto en el tejido social argentino. Estos valores fundamentales dañados son:
•La verdad que no es un conjunto de opiniones, sin embargo se ha transformado en eso. Peor aún: “no hay verdad”, “la verdad no se puede conocer”, “la verdad no existe”, “la verdad es de cada uno”.
•La libertad, signo de la imagen de Dios y cualidad que dignifica a cada persona. Vivimos engañados creyéndonos libres, cuando en realidad somos esclavos, porque no se entiende que la libertad es buscar el Bien y buscar el bien de los otros. Se confunde libertad con egoísmo, hacer lo que quiero, indiferencia.
•La justicia, virtud moral que “consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido” , constituyéndose así la norma para actuar en el ámbito subjetivo y social.
•Y fundamentalmente, La caridad que es “el criterio universal de la ética social” . Sin caridad no hay ni verdad, ni libertad, ni justicia ya que éstas nacen del amor.
Con este marco social, el Estado, es quien organiza a la Nación y cuya finalidad es establecer el bien común para las personas y su realización integral.
En nuestra patria, esta finalidad se ha ido distorsionada por diferentes causas: egoísmos, partidismos y sobre todo por la adopción de ideologías liberales que sólo fomentaron y fomentan la supervivencia del más fuerte, desestimando el bien común como principio fundamental para el desarrollo de la persona humana y la vida en sociedad.
En este sentido, la persona humana es concebida como “una naturaleza dotada de inteligencia y de libre albedrío” ; superior al Estado. Por tanto, la primera debe subordinarse al segundo, siempre y cuando el segundo mande conforme a la recta razón y conducido por la ley natural y la ley positiva en función del bien común. Y esto en Argentina (y no sólo aquí sino globalmente) se ha ido “olvidando”. ¿Quién piensa, hoy en día, cuál es la ley natural para dictaminar una ley positiva?¿Qué significa “el bien común” para esta o aquella situación? Se piensa más bien en las presiones partidarias, en el beneficio personal, en las motivaciones corruptas.
No se puede alegar, ante estas situaciones que se desconoce la ley natural. Ésta, además de estar inscripta en el corazón humano por Dios, está sintetizada y claramente expresadas, en los Derechos Humanos que inevitablemente también comportan Deberes. Por eso, “En la época actual se considera que el bien común consiste principalmente en la defensa de los derechos y deberes de la persona humana”
Aún estamos lejos de esto, es decir de reconocer los derechos y deberes de la persona humana. Más bien se reclaman siempre los derechos sin dar demasiada importancia a los deberes. Como consecuencia, los signos negativos que se ven son graves: pobreza material, de valores, intelectual.
La Educación merece un párrafo aparte. Las paupérrimas condiciones educativas, en lugar de garantizar el desarrollo del pueblo a través de la transmisión de la cultura y valores para abrir el corazón de los jóvenes a la generosidad; más bien parecen empobrecerlo. La sanción de nuevas leyes educativas no modifica lo esencial del problema sino lo superficial y dan respuestas de manera asincrónica a la emergencia educativa.
Estado ausente, corrupto, sin líderes íntegros en valores y sin amplitud de miras, deja un espacio vacío que sólo él puede colmar cumpliendo su finalidad a través del principio de SUBSIDIARIEDAD. Esto significa que el Estado es creado para organizar a los miembros de una Nación, como se dijo antes; y su función consiste en intervenir en la actividad privada de las personas si y sólo si, el bien común lo exige. Esto puede darse en dos casos:
•cuando es necesaria e inevitable su injerencia y,
•cuando las personas no puedan procurarse lo necesario para su desarrollo pleno e integral.
A esto se denomina PRINCIPIO DE SUBSIDIARIEDAD cuya característica es la participación de los ciudadanos en la cosa pública y no debe confundirse con el ASISTENCIALISMO ni el CLIENTELISMO POLÍTICO.
Por otra parte y como consecuencia inmediata de la subsidiariedad, queda claro que en Argentina; aún no se comprende que todos los ciudadanos construimos el bien común que no es fruto de decisiones arbitrarias, partidistas o sectarias sino de la puesta en práctica de los principios fundamentales de la vida social empleando las virtudes y actitudes personales para su realización (la verdad, la justicia, la libertad y la caridad). Hemos perdido de vista que toda persona, además de estar abierta a la Trascendencia; es un ser en relación con los demás. Por esto el hombre es concebido, en su esencia, como un ser social y político.
Por otro lado, si el bien común es el resultado de la cooperación entre las personas que forman el Estado, hemos avanzado un poco en esta cooperación a través del diálogo para construir un proyecto de país, pero no ha sido suficiente. Falta continuar.
Es innegable, pues, que el compromiso personal con la comunidad, el diálogo, la cooperación de todos permitirá construir un país mejor, más participativo que redundará en el afianzamiento de la democracia y en la vida de las Instituciones: familiar, educativa y la de los respectivos poderes republicanos. Así dejaremos de ser habitantes que hacen uso de la Nación para ser ciudadanos que construimos la Nación.
Aunque la realidad parece decirnos lo contrario, como cristianos sabemos que Jesús resucitado está presente. También sabemos que siendo criaturas libres tenemos la capacidad de acoger o rechazar su Gracia. De esto depende adelantar o retrasar la obra de la Salvación porque tenemos la certeza que “el conjunto de esfuerzos realizados por el hombre a lo largo de los siglos para lograr mejores condiciones de vida responden a la voluntad de Dios” .
Por eso, Dios se hizo hombre y ha querido depender de nuestra pobre libertad para hacer nuevas todas las cosas . No estamos desesperanzados ni desamparados, porque la fe nos dice que Jesucristo está con nosotros. En esto encontramos la fuerza para edificar un mundo mejor, un país mejor, una familia mejor, un mundo más HUMANO. Tenemos una esperanza y es esta: “Jesucristo es el Señor de la Historia” pero reclama nuestro esfuerzo. Esfuerzo de Amor, en el cual seremos juzgados: “Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver". Los justos le responderán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber?¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos?¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?" Y el Rey les responderá: "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo". .
Miramos a Nuestra Madre María que a pesar de las incomprensiones y los sufrimientos vividos nunca perdió la fe en la Palabra que le había sido confiada.
Autora: Marcela P. Ruvira